Seamos realistas.
¿Esta conversación? Ya era hora.
Porque las inseguridades vienen vestidas de todo
abrigos, carreras, coches, colonia.
No siempre los reconoces
Pero ahí están. Escondidos en tu sonrisa. En tu silencio. En tus gastos.
Así que la verdad es esta: los tengo.
Y quizá tú también lo hagas.
Ése es el primer paso decirlo en voz alta.
Todos llevamos alguna versión de duda.
¿Para mí? Llevo casi una década casado.
Y he visto inseguridades aparecer en más atuendos de los que puedo contar.
Empecemos por uno de los más ruidosos: la inseguridad financiera.
¿Alguna vez has sentido como si tu billetera te susurrara?
“¿No soy suficiente”?
Cambia la forma de caminar.
Como amas.
Como sueñas.
¿Y en este mundo?
Lo empeoran.
Este sistema se alimenta de tu miedo como un buitre.
Si nunca has tenido problemas económicos y siempre te has sentido seguro
Eso es hermoso. En serio.
¿Pero qué pasa con el resto de nosotros?
Hemos tenido que ir avanzando de un trabajo a otro,
Orando para que las matemáticas de alguna manera tengan sentido.
¿Y la peor parte?
Empiezas a sentir que tu valor está conectado al saldo de tu cuenta.
Como si fueras tan digno de amor como tu capacidad de proveer.
La mente comienza a girar en espiral.
Esa parte de tu cerebro diseñada para detectar el peligro.
Empieza a ver amenazas por todas partes.
No sólo afuera sino dentro.
El miedo susurra: “Te estás quedando atrás”.
Y de repente, estás comparando tu lucha con los momentos destacados de todos.
Pero aquí está la cuestión:
La inseguridad financiera no es sólo cuestión de dinero.
Se trata de confianza.
Y esa es una bóveda más profunda.
Si estás en un círculo que se burla de tu crecimiento,
Si estás en una relación que desestima tu lucha,
No estás simplemente en quiebra.
Estás siendo agotado.
Y esto es lo que he aprendido.
La mayoría de las inseguridades tienen que ver con una cosa:
Cómo te ves a ti mismo.
Crees que se trata de cómo te ven.
¿Pero en serio?
Estás luchando con tu propio reflejo.
La confianza no viene de la aprobación.
Viene de la aceptación.
Y si te castigas cada vez que tropiezas,
Te quedarás estancado en el modo disculpa.
Ahora hablemos de las inseguridades físicas y ambientales.
¿Alguna vez has entrado en una habitación y has sentido que tu piel no encajaba allí?
¿Alguna vez has llevado tus cicatrices como secretos?
Esta sociedad les dice a las mujeres que sus cuerpos no son suficientes,
Les dice a los hombres que sus cuerpos deben rendir,
Y le dice a todo el mundo que compare, compare, compare.
Alguien podría sentirse bien hasta que le pidan que lea en voz alta.
O bailar.
O quitarse la armadura.
Ahí es cuando se ve dónde realmente reside la inseguridad.
He tenido mis momentos.
Alto. Guapo. Inteligente.
Todavía sentía que estaba ocultando algo.
Porque en el fondo,
No me había amado como necesitaba.
En las relaciones,
No se trata sólo de sentirse deseado.
Se trata de sentirse visto.
No por lo que haces,
sino por quien eres.
Algunas personas usan la confianza como un arma.
Lo disfrazan, lo flexionan y lo usan para robar energía a los demás.
“No me siento bien conmigo mismo, así que déjame tomar lo que es tuyo”.
Eso no es atractivo
Eso es robo.
Y luego está la inseguridad ambiental.
Puede que seas brillante en tu espacio,
Pero entrar en una reunión corporativa,
y de repente cuestionarlo todo.
La pobreza enseña a la gente a sentirse segura en medio de la pobreza.
La riqueza genera su propia jerarquía.
Nadie habla de ello.
Pero lo sentimos.
Así que esto es lo que os dejo:
La confianza se construye.
Ladrillo a ladrillo.
Comienza con la honestidad.
Di aquello que te hace sentir inseguro
Dilo antes de que le crezcan colmillos.
Trabaja en lo que puedas.
Sana lo que no pudiste controlar.
Deja ir lo que no te pertenece.
¿Y si tu gente no te ama a pesar de ello?
Encuentra mejores personas.
Si te han engañado,
Pregúntate:
¿Aún me amo?
Porque esa es la única parte que importa.
Las inseguridades florecen cuando el amor propio se marchita.
¿Y cuando te amas profundamente?
Reconocerás quién te ama.
Esta no será la última conversación.
Pero es un comienzo.
Entonces, empieza aquí:
Mírate a ti mismo.
Di la verdad.
Y construir una confianza que no necesita aplausos para existir.