Hemos heredado una verdad tan pesada que nos corta la respiración.
Trabajo sin amor.
Trabajo sin salario.
Una fundación forjada en cadenas, no en contratos.
Se les tomaron las manos, las espaldas, la brillantez.
Arrancado del suelo y del cielo,
Plantados en tierras extrañas para construir futuros
Nunca estuvieron destinados a vivir allí.
Y aún así, vivieron.
Y ahora vivimos encima de ese sedimento.
Trabajo remunerado construido sobre los huesos del no remunerado.
El mundo cambió, pero el principio no.
Explotar. Extraer. Expandir.
El capital evolucionó.
Ahora viste trajes, tiene acciones, posee dominios.
Pero todavía resuena.
La riqueza que sembró los rascacielos y los fondos de startups
Fue cosechado de almas humanas.
Se reinvirtió en estructuras.
Esa oportunidad prometida… con condiciones.
Hoy en día, en lugar de quedar encadenados, fichamos nuestro horario.
Pero el ritmo todavía me resulta familiar.
El capital fluye hacia unos pocos.
El resto sobrevive gracias a la esperanza, el esfuerzo y las largas horas de trabajo.
Esto rara vez conduce a la verdadera libertad.
Las empresas crecen gracias a los trabajadores
¿Quién no verá alguna vez la vista desde el ático?
Algunos lo llaman el sueño.
Otros lo conocen como el trato que nunca aceptaste.
El sistema fue diseñado para que pareciera una elección
Pero la mayoría sólo intenta comer,
Criar hijos,
Y aferrarse a sí mismos
En un mundo que se mueve rápido
Y le importa poco.
Seamos realistas.
Todos hemos visto la división.
Algunos son dueños de la tierra. Otros alquilan el tiempo.
Algunos compran edificios.
Otros fichan bajo cámaras y luces fluorescentes,
Repitiendo movimientos, perdiendo años.
¿Y a cambio?
Un salario que apenas supera el de la gasolinera,
La fila del supermercado,
El precio de simplemente respirar.
¿Pero qué pasaría si dijéramos no a simplemente sobrevivir?
¿Qué pasaría si miráramos más allá del cheque y nos preguntáramos:
¿Quién controla la estructura?
¿Quién creó los roles por los cuales ahora buscamos encajar mediante títulos?
Porque cada hospital fue alguna vez una idea.
Cada oferta de empleo es una elección.
Alguien imaginó ese sistema.
Entonces ¿por qué no nosotros?
No necesitamos más aplausos por llegar cansados.
Necesitamos nuevas mecánicas.
Nuevos mapas.
Necesitamos sistemas que no intercambien salud por vivienda,
O tiempo justo para hacerlo.
¿Y ahora?
Aquí viene la siguiente frontera:
Tecnología.
Automatización.
AI.
Los sistemas que no duermen no piden aumentos,
No necesito descansos
Ese cambio ya no viene, ya está aquí.
Cambiará todo.
Pero no te asustes. Diseño.
No ruegues. Construye.
Porque cuando la máquina entra en acción,
La gente debe moverse de forma más inteligente.
Más humano.
Más intencional.
Este no es el fin del trabajo
Es la oportunidad de redefinir el valor en sí.
Sí, la gente seguirá necesitando comer, moverse y vivir.
Pero la verdadera pregunta es:
¿Lo harán con dignidad?
¿O permitiremos nuevos sistemas?
Ampliar la brecha entre quienes innovan
¿Y los que son reemplazados?
Es aquí donde la resiliencia recibe su nombre.
No se trata sólo de recuperarse
Se trata de transformar el sistema en algo nuevo.
Algo digno.
En esencia, creemos en algo más que la supervivencia.
Creemos en la equidad que se siente como el aire
No ganado, pero conocido como tuyo.
Creemos en las familias que viajan no solo para escapar,
Pero por alegría.
En casas construidas no sólo para la seguridad,
Pero por la paz.
En un trabajo que no te robe el alma,
Pero te recuerda que tienes uno.
No nos limitemos a reaccionar.
Vamos a construir.
No nos limitemos a llenar roles.
Vamos a escribirlos
Este sistema no siempre estuvo aquí.
Lo cual significa que se puede deshacer.
Reinventado.
Reformado.
¿Y nosotros?
Tenemos el aliento.
El recuerdo.
El mapa.
Construyamos con ello.